Acerca de la obra
Cuando Rolando Faba se fue a vivir a Barcelona, a inicios de la década de 1990, experimentó un proceso de revisión de su obra que le motivó a echar mano de la cultura visual de los pueblos originarios de América, así como del trabajo realizado por artistas abstractos como Frank Stella o Ives Klein, para desarrollar un lenguaje que se alejara de la representación de las cosas.
Tras diez años de exploración en esa vía, surgió Espejo Negro I y II. En estos trabajos, Faba creó la ilusión de movimientos centrífugos y centrípetos con patrones monocromos. El artista asoció los retos de percepción que plantean estas obras, con los espejos de obsidiana precolombinos, importantes símbolos de sabiduría y de poder que se encuentran en colecciones europeas.
Si querés conocer más acerca de estas obras y su creador, visitá la entrevista y descargá el catálogo.