La ofrenda/ Por Emilio Núñez
Si de algo me siento muy feliz y por qué no, orgulloso, es de haber representado a nuestra linda Costa Rica en India. Mi esposa y yo asistíamos a la oración al Santísimo los viernes por la tarde en un local contiguo al templo católico de los Padres Dominicos en Nueva Delhi. Era una hora especial para los latinos debido al idioma, aunque no excluían a ninguna persona, por lo que también asistían algunos fieles indios. María Ester, esposa del Embajador de El Salvador, colaboraba con el equipo pastoral y nos informó que debido a la fiesta patronal se esperaba la visita del arzobispo Salvatore Pennacchio, Nuncio Apostólico de Delhi, para la celebración de la misa solemne. Como parte de las actividades se dispuso que cada país propusiera una persona que entregara un presente representativo de su país al Arzobispo al concluir la misa y ella me propuso a mí. La misa fue un lleno total y aunque llegué 15 minutos antes, el camino hasta mi lugar, asignado en primera fila, fue toda una odisea. En las siguientes filas habían unas veinte personas representantes de diferentes países, sobre todo asiáticos y africanos. En media misa, María Ester un tanto nerviosa me dice: “todavía no sé que debo decirle al Arzobispo cuando le entregue el presente”, como asesor improvisado le dije -expresémosle a quién representamos y algo más. Yo tenía bien definido lo que iba a agregar, por supuesto no era para extenderme en un diálogo. El arzobispo hablaba español y de pie frente al altar, fue recibiendo a cada uno de los representantes, en mi caso fueron segundos muy amenos mientras le hacía entrega de una bolsa con nuestro grano de oro “el café”, una preciosa carreta y mis palabras “Este es un recuerdo cultural de Costa Rica. Con cariño de su servidor”.
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