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Emisarias de la Lluvia

Reseña

Para las culturas precolombinas – e inclusive para sus descendientes- las ranas y los sapos fueron deidades del agua, señoras de la tierra, engendradoras de dinastías, hijos del rayo, portadoras o ladronas de fuego, alimento del sol, cuidadoras de los cuerpos y del paso de las almas, protectores del agua, productoras de vida y Emisarias de la lluvia… título de esta exhibición temporal.

En ella, las diversas representaciones de anuros en los artefactos arqueológicos constatan que la visión de mundo de los pueblos indígenas se sustentaba en una aguda comprensión del ambiente y en su interés por convivir equilibradamente con él. 

Emisarias de la lluvia destaca el vínculo entre el ser humano, las ranas y los sapos a la luz de las cosmovisiones indígenas donde se les otorgan roles simbólicos y por medio de la elaboración de objetos de  uso cotidiano y ritual de cerámica, jade y oro, los cuales datan del 500 a.C. en adelante.

La dimensión arqueológica y etnográfica de la investigación que hay detrás de esta exhibición, se complementa con el aporte de la biología gracias al trabajo colaborativo con Jennifer L. Stynoski, herpetóloga de la Universidad de Costa Rica y del Instituto Clodomiro Picado.

Gracias a esto, los visitantes también conocerán más sobre la anatomía, la diferenciación entre ranas y sapos, la identificación de especies, las formas de reproducción, rasgos particulares de esta familia de animales y el riesgo en el que viven actualmente debido al desequilibrio ambiental.

Breve recorrido y objetos destacados

Los anfibios destacan evolutivamente entre los vertebrados debido a que hace cientos de millones de años fueron el primer grupo del que brotaron cuatro patas y salieron del agua a tierra firme.

Para proteger a sus crías y sobrevivir, estos animales utilizan el agua, sobre todo porque no se reproducen mediante huevos semipermeables como los aves y reptiles, ni poseen un útero materno en el que se albergan las crías durante su crecimiento como los mamíferos. 

Lo que diferencia a las ranas de los sapos es la forma de su cuerpo, y que estos últimos cuentan con glándulas prominentes en las que almacena los venenos como forma de defensa ante los depredadores.

Los animales tuvieron una estrecha relación con las visiones del mundo y el modo de vida de los pueblos precolombinos, y aparecen como personajes de mitos y leyendas que tienen capacidades sobrenaturales.

Estos solían representarse como espíritus y seres extraordinarios, con comportamientos, habilidades, destrezas y rasgos fisiológicos desatacados, que se incluyen en los artefactos arqueológicos.

Una de las principales asociaciones que se les ha dado a los anuros, en la cosmovisión indígena, se relaciona con el elemento agua.

Tradicionalmente, el agua está vinculada a la vida y su flujo a su continuidad. También es un símbolo de fertilidad por su pureza y posibilidad de hacer crecer los cultivos, y ser un medio fecundo para el crecimiento de los renacuajos.

Del mismo modo, la tierra se asocia con la fecundidad agrícola, lo que la relaciona estrechamente con el agua en la mitología.

En las mitologías de América los anuros se han vinculado con la lluvia. A estos animales se les han atribuido características humanas, como esposas del Sol, entre otros personajes.

Los anuros cumplen también el papel de mensajeros o “emisarias de la lluvia”, capaces de pronosticar cambios climáticos y ciclones que suelen afectar los cultivos.

Las narraciones sobre dichos animales los asocian también con el cielo, “cayendo de este” en las primeras lluvias otorgando vida a charcos y arroyos.

Entre los pueblos indígenas bribri y cabécar de Costa Rica, los anuros aparecen como ayudantes de los enterradores, cuidadores de bultos mortuorios en mitos de la creación del mar y en contextos arqueológicos como ofrendas funerarias, como una metáfora de la entrada al inframundo.

Es posible que las ranas o los sapos fueran colaboradores en el paso de las almas, por su habilidad de trasladarse fácilmente entre planos astrales de la vida/agua– y muerte/tierra–; y ser protectores.

La fertilidad de los anuros ha sido considerada como un modelo biológico por muchos años. Por ello, mitológicamente, se les atribuye el género femenino debido a que son productores de vida, poseedores de fecundidad ampliamente relacionados con la tierra y todos aquellos elementos que viven y crecen de ella.

Así, también, el “sapo” es comparado con la “vulva de la vagina” en diversas culturas.

Algunas de las especies de anuros presentes en vasijas cerámicas están en vías de extinción debido al cambio climático, la contaminación, las enfermedades, y la proliferación de construcciones y agricultura que invaden su hábitat.

De las 147 especies de Costa Rica, 2 han sido declaradas extintas, 28 están en peligro crítico, 14 están en una situación vulnerable y 87 están en una categoría de menor preocupación bajo monitoreo.

La supervivencia de los anuros es una crisis global. De las 7000 especies existentes en el mundo, un tercio se ha declarado en peligro de extinción. 

Multimedia

Recursos para la visita

Visite la exhibición de lunes a domingo de 9: 15 a.m. a 5 p.m. Descargue estos recursos para conocer más de la vida de los pueblos indígenas precolombinos y actuales.

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