Reseña
Herramientas como puntas de lanza, machacadores o anzuelos; y utensilios como sartenes, coladores, espitas o platos invitan a la mesa de la nueva exhibición arqueológica Semilla, fuego y raíz. En ella, los Museos del Banco Central de Costa Rica, comparten los resultados de una investigación sobre los principales alimentos consumidos en la época precolombina, su origen y su relación con la cosmovisión de los pueblos originarios, así como sobre las prácticas para su obtención, distribución, procesamiento y consumo.
La muestra está conformada por 51 artefactos de piedra, cerámica y oro de diferentes períodos que van desde los 7000 a.C. a los 1550 d.C.. También se muestran algunos objetos de pueblos indígenas actuales. A lo largo del recorrido, mapas, líneas de tiempo, cápsulas educativas y estaciones interactivas permiten ampliar los contenidos y relacionarlos con nuestras formas de obtener, preparar y hasta desechar los alimentos actualmente.
Estaciones interactivas y cápsulas educativas redimensionan las prácticas alimenticias precolombinas al asociarlas con nuestros tiempos e invitar a los visitantes a reflexionar sobre las transformaciones en la forma de obtener los alimentos, la biodiversidad agrícola, la seguridad alimentaria, el desecho de alimentos, el valor nutricional y cultural de lo que comemos, entre otras temáticas.
Breve recorrido y objetos destacados
Desde periodos tan antiguos como el 7000 a.C. hay evidencia del uso de la caza como una de las formas más empleadas para la supervivencia.
Entre los animales que se consumían podemos encontrar una gran variedad de mamíferos como el venado cola blanca, monos y saínos.s.
Las herramientas de caza no están tan presentes en el registro arqueológico, no obstante, las más registradas son las puntas de proyectil elaboradas a partir de rocas y otros implementos para retirar las pieles de los animales y cortar la carne como raspadores y cuchillos también de piedra.
.Las actividades de comercio e intercambio de productos, especialmente de sal y de moluscos, fueron muy apreciadas. De los manglares, se obtuvieron variadas especies de peces, de mariscos y de madera para los fogones.
En sitios arqueológicos del Pacífico Norte entre el 300 a.C. al 300 d.C. hay hallazgos de huesos de atunes (barrilete negro y maraco), jureles, peces loro, peces sapo, roncadores y pargos. En bahía Culebra, entre el 800- 1150 d.C, hay registro del empleo de técnicas para la extracción de sal a partir de uso de ollas especiales y preparación de moluscos con el sancho, que consistía en separar la concha del animal.
También se utilizó la pesca con arpones, redes, anzuelos, embarcaciones y trampas.
Los desechos se colocaron en “concheros o basureros” en los que se situaban los restos de conchas, vasijas quebradas y huesos de animales consumidos.
Los primeros grupos que entraron al territorio americano aplicaron variadas estrategias de supervivencia y de obtención de alimentos.
Durante varios cientos de años los alimentos fueron recolectados directamente de la naturaleza, y posteriormente, con el surgimiento de la agricultura estimado en el 1000 a.C. para el territorio conocido como Costa Rica, este modo de vida se fue complejizando, favoreciendo cambios en la producción de alimentos, las formas de almacenarlos y de administrarlos.
A lo largo de cientos de años, se fueron introduciendo herramientas como los arados o estribos y las hachas que modificaron los espacios silvestres para crear áreas cultivadas. Aunado a otros los artefactos líticos creados para procesar alimentos y originar preparaciones diversas fueron importantes.
Aparte de la arcilla, se emplearon otras materias primas para elaborar utensilios, como madera, jícaras, huesos, concha y piedra. La piedra tuvo un papel destacado desde periodos tempranos para macerar, moler, raspar y cazar.
Las herramientas líticas más destacadas son: puntas de lanza, raspadores, raederas, cuchillos, perforadores, martillos, metates, pistilos y morteros, fechados desde el 4000 a.C. y elaboradas a partir de andesita, calcedonia, xilópalo y dacita.
Después del 300 a.C., destacan los buriles, los punzones o los perforadores, las hachas martillo, las manos de moler y los metates (trabajados en basaltos, lavas volcánicas y jaspes), hallados en contextos arqueológicos relacionados directa o indirectamente con el consumo del maíz.
En América algunos alimentos siempre estuvieron presentes en el entorno natural, por ello no requirieron de su producción agrícola. En cambio, otros se originaron en Mesoamérica o Sudamérica y se comerciaban a lo largo del territorio.
La cocina precolombina se caracterizó por la gran variedad de alimentos que empleaba. Estos pueblos cosechaban tubérculos, leguminosas y frutas; existiendo un predominio del consumo de maíz, yuca, frijol, cucúrbitas, palmas y cacao.
En Costa Rica solo existe una referencia de mezclas de alimentos en la época precolombina (de camota con maíz) de la zona Sur del país. Sin embargo, el registro arqueológico y el estudio arqueobotánico reconocen la gran variedad de preparaciones debido a los hallazgos de herramientas, que se infiere, fueron utilizadas para procesar alimentos diversos, los restos de hollín en las vasijas de uso cotidiano y las descubrimientos de semillas.
Entre los pueblos precolombinos de la actual Costa Rica después del 500 d.C. se dio un incremento en la población (debido a varios factores, entre ellos la sedentarización) y se concretaron nuevas estructuras de poder.
Estas transformaciones hicieron que los jerarcas se encargaran de priorizar los oficios, establecer contactos políticos y económicos con otras zonas de América, y controlar los excedentes y el comercio e intercambio.
El manejo de los recursos, sobre todo alimentarios, se convirtió en una forma de poder que tuvieron a su disposición estas comunidades para organizar al grupo y relacionarse con otros pueblos de la región, ofreciendo productos especiales, como: la sal y las conchas.
Cuando se hace referencia a la obtención, el procesamiento y el consumo de alimentos, se infiere pensar en cómo fueron los espacios culinarios en la época precolombina.
El manejo del fuego para elaborar las vasijas, alimentar los fogones y como un espacio de intercambio de conocimientos fue sumamente importante en las casas indígenas.
Los lugares en donde se utilizó el fuego (con restos de hollín o ahumados) son evidencia arqueológica importante para ubicar las cocinas, identificando dónde se prepararon y cocieron alimentos. Estos espacios se ubican cerca de las zonas de donde se extraían materias primas, contiguo a las casas o dentro de ellas.
Aquí se han encontrado hornos y fogones, asociados a vasijas para cocinar, procesar, servir y almacenar alimentos, tales como: ollas, picheles, botellas y vasos.
En la actualidad dichos artefactos son indispensables en nuestras cocinas, y orientaron estos procesos de experimentación culinaria originados desde la época precolombina.
Variados artefactos se emplearon en las casas o se depositaron en las tumbas luego de procesar alimentos. El uso de las vajillas cerámicas cumplió un papel importante para cocinar, servir, almacenar y desarrollar rituales.
Los hallazgos de cerámica temprana son generalmente del Caribe Central y Pacífico Norte, y corresponden a ollas globulares, tecomates (ollas con el borde hacia adentro), vasijas cilíndricas de bases planas y platones que datan del 300 a.C., con figuras fitomorfas (de vegetales o de plantas).
Más tardíamente, según la región y el contexto, también se elaboraron vajillas especiales, como las dedicadas a la extracción de sal, moluscos, tortillas, embudos y coladores.
A pesar de que aquí se muestran sólo artefactos de uso ritual, éstas también fueron empleadas para procesar y contener alimentos, y sus formas fueron replicadas de la vajilla de uso cotidiano.
Los utensilios que se emplearon para el procesamiento de alimentos y consumo son diversos y su uso dependió de la región y el periodo.
En muchos de estos artefactos se encuentran representaciones de personas y animales, ya sea procesando o consumiendo alimentos. Gracias a estas formas es que conocemos cómo se utilizaban algunos de estos objetos en periodos antiguos.
Inclusive gracias a estas representaciones sabemos cómo se procesaba, por ejemplo, la yuca y el maíz.
En la actualidad, en Costa Rica existen múltiples tipos de cocina, que se originaron por la producción, la disponibilidad de alimentos, el impacto de las migraciones y las transformaciones históricas que han nutrido a la región volviéndola diversa y dinámica. La influencia culinaria de la actual Costa Rica está marcada por lo indígena, lo español y lo africano, surgiendo lo que conocemos como “comida criolla”. Más adelante se incorporan otros tipos de cocina fruto del intercambio, como la china, italiana y otras.
Ciertos alimentos son parte de la cocina tradicional, como el maíz, los frijoles y la yuca. Otros se introdujeron de variadas regiones de América (papa, jitomate, chile, vainilla, tabaco y cacahuate); y de Europa y Asia (arroz, caña de azúcar, café y canela o productos animales como: conejo, liebre, cabra, cerdo, oveja y vaca).
Los platillos consumidos actualmente dan fe de la complejidad de nuestra cocina y evidencian la importancia de resguardar la herencia precolombina para entender algunos aspectos de nuestra cocina local.